Nació en San Francisco
en 1932, y se graduó en Terapia Ocupacional en la Universidad Estatal de San
José en 1954 pasando a trabajar varios años en un hospital de Kentucky.
Motivada por el trabajo de George Schaller, destacado zoólogo estadounidense
que se dedicó al estudio de los gorilas, Fossey viajó a África en 1963. Allí
observó y estudió a los gorilas de las montañas en su hábitat natural y conoció
al arqueólogo británico Louis Leakey, de quien aprendió la importancia del
estudio de los grandes simios para comprender la evolución humana.
En 1966 logró el apoyo de la National Geographic
Society y la Fundación Wilkie para trabajar en Zaire, pero pronto la complicada
situación política del país la forzaría a trasladarse a Ruanda para continuar
sus investigaciones. Su paciencia y su meticulosa observación de los gorilas le
permitieron comprender e imitar su comportamiento, ganando paulatinamente la
aceptación de varios grupos. Aprendió a reconocer las características únicas de
cada individuo, llegando a tener con ellos una relación de confianza y afecto.
Karisoke, su lugar de estudio, se convirtió en centro internacional de
investigación sobre los gorilas cuando ella fundó el Centro de Investigación de
Karisoke en 1967. En 1974 recibió el grado de doctora en Zoología por la
Universidad de Cambridge.
En 1983 publicó Gorilas en la niebla, libro que expone
sus observaciones y su relación con los gorilas en todos sus años de estudios
de campo. Su trabajo contribuyó en gran parte a la recuperación de la población
de gorilas y a la desmitificación de su supuesto comportamiento violento.
En sus veintidós años de estudio con los gorilas,
Fossey se enfrentó y combatió la actividad de los cazadores furtivos que
estaban llevando la especie de los gorilas de montaña a la extinción. Esta
lucha le creó muchos enemigos, y se sospecha que fue el motivo de su asesinato
el 26 de diciembre de 1985.
Su muerte, con un panga (machete) fue atribuida en el
dormitorio de su cabaña en las montañas de Virunga, al jefe de los cazadores
furtivos de gorilas contra los que luchó. En un principio se señaló a los
furtivos, pero posteriormente fue acusado Wyne McGuire, un joven estudiante que
se encontraba bajo la asesoría de Fossey y al que se le acusó de ‘celos
profesionales’. McGuire huyó a Estados Unidos poco antes de que un Tribunal
ruandés le acusase del crimen y le condenase a morir fusilado en cuanto pisara
territorio de Ruanda. Hoy en día, sin embargo, la teoría más extendida es la
del asesinato a manos de los furtivos con el apoyo de las autoridades
ruandesas.
La última entrada en su diario decía:
“Cuando te das cuenta del valor de la vida, uno se
preocupa menos por discutir sobre el pasado, y se concentra más en la
conservación para el futuro”.
Su cadáver fue encontrado junto a la cama, con su
pistola a su lado. Estaba en el acto de cargar su arma, pero escogió el tipo
incorrecto de municiones durante la lucha. La cabaña mostraba signos de lucha
porque había vidrios rotos en el suelo y las mesas, junto con otros muebles,
volcados. Todos los objetos de valor de Fossey todavía estaban en la cabaña -
doscientos dólares en efectivo, cheques de viaje, y el equipo fotográfico
permanecían intactos. Estaba a dos metros de distancia de un agujero cortado en
la pared de la cabaña al momento de su asesinato.
Fue enterrada en Karisoke, en un sitio que ella misma
había construido para sus amigos gorilas muertos por los furtivos, cerca de
Digit.
El testamento de Fossey establecía que todo su dinero
(incluidas las ganancias de la película de Gorilas en la niebla) debería ser
destinado a la Fundación Digit para financiar las patrullas contra la caza
furtiva. Sin embargo su madre, Kitty Price, impugnó el testamento y ganó.
En 1988 la vida y obra de Fossey fue retratada en la
exitosa película Gorilas en la niebla (Gorillas in the Mist), dirigida por
Michael Apted y protagonizada por Sigourney Weaver.
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